El invierno 2019 fue seco donde se acumularon precipitaciones de solo 56 mm, convirtiéndolo en uno de los registros más bajos en la historia de la zona. La primavera comenzó con temperaturas mínimas bajas y máximas dentro de los rangos normales. No se registraron heladas que perjudicaran la brotación. Las condiciones para la floración y cuaja fueron buenas, lo que permitió tener una cantidad de bayas por racimo dentro del promedio. Aún así, para poder permitir el buen desarrollo de la planta fue necesario regar durante la primavera. El verano presentó temperaturas altas, teniendo un promedio de máximas de 30,9°C y 30,1°C en enero y febrero respectivamente. Esto hizo que la madurez se adelantara con respecto a años normales y que el momento de cosecha fuera decisivo para mantener la acidez.